III Foro "Lugh Augusti"

domingo, 9 de noviembre de 2014

Ética e capitalismo


            José Domingo de Prada 

Esta próxima semana vaise celebrar o III Foro Galego de Filosofía, organizado polo Grupo Doxa. O título xenérico escollido este ano é case un oxímoro: Ética e capitalismo. É evidente que se atendemos á practica do capitalismo á que estamos asistindo nos últimos anos é así. Aínda que a contradición, se nos fixamos ben, vén de lonxe.
Cando se describe a actual situación do capitalismo, utilízanse distintas expresións: «capitalismo sucedáneo ou estado de codicia» (Joseph Stiglitz), «capitalismo financiarizado» (Sami Naïr), «capitalismo de casino» (Cesar Rendueles). Todas veñen a concluír no mesmo: falta de ética á hora de acumular riqueza, desposesión da necesaria humanidade, egoísmo e carencia de solidariedade. Todas elas desvelan a mesma consecuencia, detrimento da democracia e inmediato incremento da plutocracia, exercicio privado, particularizado e asocial do poder, maximizado no que hoxe denominamos, non sen certo eufemismo, ‘porta xiratoria’.
Ao longo da historia a miseria humana tense manifestado de moitos xeitos, desde as actitudes de crueldade e falta de empatía, ás fanáticas. Pero no século XXI, no avanzado primeiro mundo, esa mostra da miseria inxénita refínase. Para nós o principal estímulo é a acumulación. Acumulamos bens mobles, dende cartos a teléfonos móbiles, por exemplo; bens inmobles, dende casas a parcelas na lúa, que se comercializan xa hai anos; coñecementos, dende teorías filosóficas a medicinas; tecnoloxías, que exhibimos ou ocultamos en función dos nosos intereses crematísticos; relacións negociadas, que non humanas, pois estas últimas si que enriquecen, pero ao carecer de cotización bursátil non adoitan ser recoñecidas. E, sobre todo, tendemos a acumular horas de vida.
Aquí está un dos principais problemas deste capitalismo, os individuos viven moito, e sobre todo, viven moito desde que deixan de ser produtivos, así que o neocapitalismo ten que recortar os servizos e coidados que oferta aos cidadáns. As elites acumulan riqueza na medida que se aforra gasto nos cidadáns e na súa vida digna. Este feito, mais a privatización do público, está significando nestes momentos o exercicio dunha descarada política de dominación na que os beneficios son apropiados polas elites e as perdas son socializadas entre a xeneralidade da poboación. Pero non nos enganemos, isto non é só avaricia, que tamén, é primariamente unha estratexia de poder, un enfrontamento de forzas nas que o control dos aspectos económicos capacita para controlar outros factores: políticos, legais, intelectuais, medios de comunicación ou imaxinarios colectivos.
Todo camuflado tras a “información crucial que se perde nas relacións de mercado” (Polanyi). En fin, que se pode esperar dunha sociedade constituída sobre ese lugar de engano chamado mercado ao que todos acoden, acudimos, ocultando as nosas verdadeiras intencións?
Así pois, nesta próxima semana realizaremos unha posta en común sobre estes temas nun foro aberto de discusión que se iniciará coas seguintes intervencións:
Mércores 12: «Capital, monstros e economía moral» na que a Catedrática de Antropoloxía da UNED, Paz Moreno, analizará como a ruptura da economía moral e a súa substitución polo capitalismo global se simboliza na creación de figuras monstruosas nos pobos africanos e andinos e percorrerá o paralelismo coa crise do primeiro capitalismo e os monstros que se xeraron.
Xoves 13, «Utopía dixital e cambio político», nela o Profesor de Socioloxía da Universidade Complutense de Madrid, César Rendueles, explorará o papel que xogan as novas tecnoloxías da comunicación e as redes sociais no imprescindible proceso de emancipación política fronte ao mercado que esta necrosando o estado do benestar e a propia democracia.
Venres 14 «Os límites da prosperidade no capitalismo. Unha relación dialéctica: Ficción e realidade». O Catedrático de Economía da Universidade Vigo, Xosé Luís Outes, enfrontará conceptos clásicos como benestar, pobreza, loita de clases, financiarización, oligarquía, desigualdade e tratará de indagar posibles alternativas.

Queda aberta a invitación a toda a sociedade lucense para asistir e participar neste espazo de reflexión, sobre nós mesmos e sobre a sociedade que construímos e na que vivimos. As conferencias terán lugar no Refectorio do Museo Provincial, ás 20,00 horas.

Pulicado no Progreso o 8-11-2014

sábado, 8 de noviembre de 2014

Sede do Foro


Este ano as xornadas do Foro terán como sede o Refectorio do Museo Provincial, na Praza da Soedade




martes, 4 de noviembre de 2014

La “marca” España: corrupción y pandereta



Carlo R. Sabariz

A cada semana que pasa, la gente está más convencida de que los políticos constituyen más un problema que una solución, y es que no dejan de hacer méritos para ello. Los últimos en saltar a la palestra han sido Francisco Granados -otro delfín descarriado de Esperanza Aguirre-, Marcos Martínez -el Presidente de la Diputación de León- y los alcaldes de Collado-Villalba, Casarrubuelos, Serranillos del Valle, Torrejón de Velasco, Valdemoro y Parla. Sus méritos: montar una “trama organizada” de “relaciones personales e influencias políticas” con el fin de conseguir adjudicaciones irregulares de contratos públicos en su beneficio. Éstos y otros treinta señores han sido detenidos, y el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, ha dictado prisión incondicional sin fianza contra los principales implicados. Esta medida cautelar es dispuesta a la vista de “las redes clientelares descubiertas” y la “alta probabilidad de reiteración delictiva, pues en el caso de los conseguidores es un auténtico modus vivendi”. Vaya, unos profesionales, con traje y corbata, del robo organizado.
Esta redada, bautizada como “operación púnica”, ha llegado a desplazar de la primera plana a la propia familia Pujol o al escándalo de Bankia y sus desfalcos múltiples, y viene a sumarse a una larga lista, demasiado larga, de políticos que se sirven de la política para su desmesurado afán lucrativo. Tal intensidad delictiva -y de lo que no nos enteramos- nos hace preguntarnos hasta qué punto no es endémica la corrupción en este país. Y es que además, que ahora se hayan destapado tal cantidad de casos, no significa que ahora haya más corrupción que antes, sino algo más decepcionante, que antes existía igualmente pero quedaba encubierta e impune. Y ya no son casos puntuales, proliferan como setas en otoño.
Tal como insistieron Camus o Sartre, el responsable de los propios actos es ante todo uno mismo. Aquí no vale poner paños calientes, o echar balones fuera o poner cara de niño compungido, estos individuos eran plenamente conscientes de lo que hacían y del delito que ello implicaba. Hay premeditación, deliberación, asociación, alevosía, nocturnidad y todo tipo de agravantes. Como ha dicho el presidente del gobierno esta semana: “El que la hace, la paga”. Esperamos que así sea.
No obstante, depurada la primera responsabilidad, el grado de corrupción es tan abrumador que ello debe hacernos reflexionar sobre el nivel de responsabilidad que tenemos como sociedad. Algo debe fallar para que estos individuos saqueen lo público con tanto desparpajo y tanta impunidad, algo debe fallar a nivel moral para que abunden tantos comportamientos delictivos.
Pienso que la base del problema es la falta de una cultura democrática fuerte. El hecho de tener una constitución de principios democráticos y un aparato legal es un punto de partida clave, pero no es más que un marco formal, muy maleable y fácilmente pervertible, si no se sostiene sobre una mentalidad y una ética democráticas. Así lo expresaba el filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey hace ya más de cien años: “Decir que la democracia es únicamente una forma de gobierno es como decir que un hogar es más o menos una disposición geométrica de ladrillos y argamasa; o que una iglesia es un edificio con bancos de madera, púlpito y chapitel. Es verdad, ciertamente lo son en gran medida. Pero son infinitamente mucho más. La democracia es una concepción ética, y sobre su significación ética se edifica su significación como forma de gobierno. La democracia es una forma de gobierno sólo porque es una forma de asociación moral y espiritual.” [Dewey, EW 1:240]
Sin embargo, esta forma de entender la sociedad ha sufrido a lo largo de la historia de España muy fuertes resistencias. Ciertamente, esta historia no ha sido favorable a los aires de libertad, igualdad y soberanía popular, y como no podía ser de otra forma, ello ha influido directamente en los rasgos de la mentalidad española. Dicho de otra forma: el genoma democrático no está aún verdaderamente instalado en el ADN español. En este ADN, o imaginario colectivo, no se encuentra un sentido de lo público o de lo que significa el sistema de derechos y deberes -básicamente, dar y recibir, y no sólo chupar del bote-.
En cuanto a las vicisitudes de este imaginario, cabe recordar que en buena parte está construido a partir de la unidad política que conquistaron los Reyes Católicos a golpe de espada, expulsando  a musulmanes y judíos. Cabe recordar también que en los tiempos en que en Europa se expandía el movimiento ilustrado y el pueblo se rebelaba contra los poderes absolutistas, en España era la Santa Inquisición quien gobernaba la vida de los españoles. Uno de los mitos -viriles por antonomasia- que más ha contribuido al imaginario colectivo, la expulsión de los franceses en la llamada “guerra de la independencia”, significó en realidad echar a patadas a quien traía un código civil para los ciudadanos y un modelo de soberanía popular.
Cabe recordar también que en el momento en que una alianza de partidos de izquierda -el Frente Popular- alcanzó el poder por medio de las urnas bajo un modelo democrático incipiente, una parte del ejército organizó un alzamiento militar, hablando en plata, un golpe de Estado por la fuerza, con el apoyo social de ciertos sectores -parte de la nobleza, la Iglesia o la Falange. Ciertamente, no es que haya habido muchos periodos democráticos en nuestro país, no es como para sacar pecho. Es urgente que en el país se desarrolle una ética y una mentalidad democráticas, así como que las instituciones de control puedan hacer su trabajo. Las actuaciones de estos políticos corruptos, aparte de constituir un delito de la máxima gravedad, suponen un enorme socavón en ese largo camino.

Publicado no Progreso o 1-11-2014

domingo, 2 de noviembre de 2014

Olvido da terra



Juan Carlos Fernández Naveiro


Hai datos que son asoballantes, cifras que a ciencia vai convertindo en inapelables. Como eses 10.000 millóns, cifra crítica da poboación mundial da que fala Stephen Emmott no seu informe como director dun equipo multidisciplinar (biólogos, climatólogos, inmunólogos, ecólogos, informáticos) que traballa en Cambridge (‘Diez mil millones’, Anagrama, 2013). Dos 3.000 millóns en 1960 aos 6.000 millóns en 2000, e agora máis de 7.000 millóns, a demografía avanza a un ritmo ao que chegaremos a esa cifra máxica neste medio século.
O ecólogo español Ramón Fernández Durán adianta a cifra do colapso do capitalismo global a 2030, que marca o umbral de agotamento dos combustibles fósiles (sen entrar agora nos aprazamentos que se poidan obter pola técnica do fracking, que está trastocando o comercio mundial do petróleo).
Outra cifra clave son os 2ºC de quencemento global, marxe para conter os efectos das emisións globais de dióxido de carbono sobre o cambio climático, e que será alcanzado en 30 anos sen crecemento dos niveis de emisión (que non é o caso: desde os compromisos de reducción en Kyoto en 1997 o incremento foi do 30%, e as previsións para este 2014 son de outro 2,5%). Para manter o cambio climático por baixo desde nivel crítico habería que reducir cada ano as emisións mundiais durante varias décadas, pero iso non é en absoluto previsible; ao contrario, a cada novo informe se constata un incremento dos efectos do cambio climático na agricultura, na saúde humana, nos ecosistemas terrestres e marítimos e no abastecemento humano de auga e medios de vida. O último informe IPCC (Panel Internacional sobre o Cambio Climático) de setembro de 2014 detalla impactos nos ecosistemas nos próximos 20-30 anos. As cifras repítense e conflúen formando una figura sinistra do futuro.
O mesmo informe IPCC documenta o impacto humano en seguridade alimentar (previsións de perdas do 25% en colleitas de millo, arroz e trigo, e do 50% da pesca nos trópicos e na Antártida, de aquí a 2050), o impacto en secas e inundacións, en taxas de mortalidade, en incremento de migracións, en conflitos e ameazas á seguridade. «Non é casualidade -afirma Emmott- que en case todas as conferencias científicas sobre o cambio climático haxa unha nova categoría de asistentes: os militares».
Polo tanto o cambio climático é xa un problema político de primeiro orde, como recoñecen organismos de todo tipo, desde institucións e gobernos a empresas (incluindo as que fan negocio coa avaliación dos efectos do cambio climático). Mais a relevancia política da perspectiva ecolóxica non é algo novo porque a ecoloxía sempre tivo aspiración de novo paradigma epistémico que debería servir como marco da acción política. Xunto ao feminismo, o ecoloxismo é o marco epistémico máis incuestionable e transversal dos tempos recentes, con efectos teóricos a todos os niveis, por exemplo como único fundamento posible dunha ética non antropocéntrica, desligada da metafísica tradicional do humano excepcional e sobrenatural, acreedor de dereitos de explotación e dominio. Explotación do home polo home e expolio da Terra son parámetros dun mesmo marco epistémico periclitado, como tamén a consideración puramente utilitaria das demáis especies animais. Como dicía o filósofo Hans Jonas no célebre ‘O principio de responsabilidade’ (1979), a ética debe vincularse ao fenómeno xeral da vida, considerar tamén o non humano, e ter en conta os dereitos das xeracións futuras.
O alcance político do movemento ecoloxista garda relación co seu carácter en último termo anticapitalista, porque os problemas ambientais resultan da mesma lóxica que universaliza os procesos de acumulación e reproducción do capital e a busca maximizadora de beneficios. ¿Cómo poñer límites a iso? O concepto de sustentabilidade -que forma parte do discurso oficial desde o informe Brundtland de 1987- xoga ese papel que trata de conciliar crecemento económico e respeto ao medio ambiente, progreso material e equilibrio natural. Pero ¿é posible ese punto arquimédico, e finalmente a compatibilidade entre ecoloxía e capitalismo? Polo de pronto, ese punto medio -o desenvolvemento sustentable- tense integrado plenamente no discurso da corrección política, pero non pasa de ser un convidado incómodo no momento de decidir, por exemplo, cómo se asignan os recursos ou adonde van os beneficios do consumo enerxético.
A posibilidade da idea de sustentabilidade -é dicir, a posibilidade de compatibilizar ecoloxía e capitalismo- vese moi comprometida cando a sustentabilidade forma parte do discurso dominante pero sobre todo cando se utiliza como pretexto para, en tempos de crise, postergar a xustiza no presente en aras da sustentabilidade no futuro. Ese é un perigo que afronta o movemento ecoloxista, e o ecoloxismo corre o risco de ser unha excusa acaída para a desprotección aquí e agora da existencia e para darlle un verniz ético ao expolio organizado.
Así cabalgamos no olvido da Terra sen reparar que imos cara o abismo, iso sí, convidados a un uso ornamental da ecoloxía, e a vestir de verde para sentirnos satisfeitos practicando una reciclaxe sen fin, que ignora adrede o destino final dos nosos lixos. Sen preocuparnos moito por eles, deixándolle ao poder que vaia facendo a conta nosa o seu traballo.

Publicado no Progreso o 25-10-2014