miércoles, 19 de febrero de 2014

«¡Nacionalista!» «¡Y tú Más!»



Carlo R. Sabariz
 
DICE EL refranero popular que «a perro flaco, todo son pulgas», y esto es lo que le está ocurriendo a nuestro país. A los consabidos problemas de desempleo, deuda pública, descrédito de la clase política, desmantelamiento de la educación y la sanidad y un largo etcétera, se ha venido a sumar el problema de la unidad territorial.
A partir sobre todo de la transición de Alianza Popular a Partido Popular y el consiguiente relevo generacional, la derecha española se ha esforzado por adaptarse a las formas democráticas y atenuar el vínculo que le une por línea directa al régimen del generalísimo. En este intento, ha elaborado un sofisticado neolenguaje. No entraré en la cuestión -peliaguda- de si las formas reflejan o determinan o velan el fondo, solo apuntaré un par de ejemplos. El primero se refiere al uso del término «nacionalista», que en esta nueva semántica solo es atribuible a los otros, los de las regiones periféricas, y que debe entenderse como algo negativo y retrógrado. La otra expresión es un lema, aquel «Dios y Patria» que ha mutado en: «Valores católicos y unidad territorial», suena menos entusiasta, pero no está la cosa para proclamas y banderas.
Nuestro paisano, el señor Mariano Rajoy, aunque últimamente parezca que se está pasando al taoísmo, es un convencido católico y defensor de la patria, ¡ejem!, mejor decir, de la unidad del Reino de España. Le gusta hacer las cosas con sentido común, como Dios manda, y su sueño es ver a Gibraltar hablando solo español -Ceuta y Melilla no aparecen en el cuento-. La verdad es que el hombre no da abasto con la que tiene encima y he aquí, que al señor Mas le da ahora por abanderar un proceso soberanista en Cataluña. Que el señor Mas era un convencido nacionalista -catalán- era algo que todos sabíamos, que tuviera ínfulas de líder, también, que defendiera un estado catalán independiente... esto nunca se le había escuchado. Y creo que Rajoy tampoco lo esperaba de él, un economista de buena familia, estudiado, con aire de alto ejecutivo de banca, alguien que sale tan bien en las fotos y que siempre se ha mostrado partidario del liberalismo económico. Pero Rajoy, en su línea, se mantiene y se mantendrá tranquilo, dejando que las cosas fluyan (principio taoísta) y vuelvan a su cauce natural. Me parece que no acaba de casarle el asunto de que un representante de la economía neoliberal pueda liderar un proceso soberanista, algo que toca al sentimiento y a la identidad cultural por encima de prioridades mercantiles y financieras. Y creo que, a parte de sus socios de Unió, una buena parte de sus votantes tampoco ve con buenos ojos esta nueva vía -perdió 12 escaños en las elecciones que de forma anticipada convocó en noviembre del 2012-.
Rajoy sabe que los tiempos juegan a su favor, y así lo ha dejado claro esta semana en Barcelona, en el acto inaugural del Foro Económico del Mediterráneo Occidental: «En el siglo XXI es imposible vivir al margen de una sociedad internacional cada vez más interdependiente. El mundo camina irremisiblemente hacia procesos de integración. Lo moderno es la unión, no la disgregación». Bonito discurso que podría haber firmado Zapatero -o sus asesores-. Sí, los tiempos son de integración, pero de momento vemos más fusiones de bancos y empresas que globalización de los derechos humanos o respeto de las minorías.
Muchos piensan que la maniobra de Mas es una cortina de humo para desviar la atención de los numerosos casos de corrupción en los que está implicado su partido -véase: el expolio del Palau, la trama de las ITV, las comisiones y adjudicaciones irregulares de la sanidad pública o el desfalco de las cajas de ahorro catalanas-. Quizá Rajoy también lo piense, y por eso espera que el ruido se vaya amortiguando y llegue el momento de empezar a negociar.
No hay duda de que ambos profesan un nacionalismo -catalán o español-, pero ellos saben que es mucho más lo que les acerca que lo que les distancia. Al fin y al cabo, en este país, todo se puede arreglar con una buena comida, y entonces sí, hacer negocios.

            Que Mas era un convencido nacionalista era algo que todos sabíamos, pero que defendiera un estado catalán independiente... esto nunca se le había escuchado

             Publicado no Progreso o26-10-2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario